Qué es el podcast: la insoportable levedad de la palabra hablada

Los algoritmos demandan llenar el mundo digital de contenido, ¿y qué mejor manera de hacerlo que con la efímera palabra hablada y su transformación en archivo digital? El podcast ha sobrepoblado de voces a la Red, pero esto no es necesariamente un sinónimo de innovación, mucho menos de creatividad.
Para un análisis detallado habría que poner los números sobre la mesa, las métricas reales de cuántos podcast se están haciendo y cuántos son realmente escuchados.

Como ese no es el objetivo de este texto, afirmaremos de manera irresponsable (tal como lo han hecho algunos poco disimulados publirreportajes al respecto) que el formato podcast está más vivo que nunca, que sus productores y auditores han aumentado exponencialmente durante los últimos años, y que incluso los medios de comunicación tradicionales en Chile –caracterizados por su miopía en I+D– lo han abrazado gustosos.

Si bien en una primera instancia este fenómeno podría considerarse saludable (en teoría: más voces, más pluralidad, más diversidad, más democracia), la saturación de discursos no es algo positivo por sí mismo. Al contrario, la historia de los medios de comunicación, de la publicidad y del arte, nos demuestra que la sobreproducción va siempre de la mano del deterioro en la calidad.
que es un podcast 1 hopper
Habitación en Brooklyn (1932) - Edward Hopper
Los ecosistemas virtuales propiciados por la web 2.0 se han perfeccionado en respaldar esta explotación, tanto del contenido como de sus creadores. Bien lo saben los jóvenes que supieron posicionarse como pioneros en TikTok y que en la actualidad viven en un constante estrés ante la subyugación de la plataforma y su necesidad diaria de material nuevo: la red puede estimularte, pero también atraparte y exprimir hasta tu última gota de voluntad creativa.

Cuando la creatividad se acaba (si es que alguna vez existió), no queda más que copiar, repetir, viralizar, es decir, usar la misma fórmula una y otra vez para estar al día en las tendencias. Así se ha cimentado el éxito de las películas de superhéroes, así se recompensa la mediocridad en TikTok y así mismo ha degenerado el formato podcast.

Como lo intuye la periodista María Jesús Espinosa de los Monteros, la innovación se está transformando en sinónimo de mimetismo, una operación que significa un desastre creativo, y eventualmente un desastre económico.

Entrar a disputar de manera competitiva en el campo de los algoritmos implica alimentar de manera constante el tráfico de información para posicionarse en el espacio virtual, mantener caliente la pantalla del público objetivo, llenar el mundo digital de contenido, publicar siempre.

¿Y qué mejor manera de hacer esto que con la herramienta de inmediatez por antonomasia: la palabra hablada y su transformación en archivo digital, el podcast?
que es un podcast 2 how it feels to listen meme
Cómo se siente escuchar un podcast - Meme

Podcasting, o la adicción a la palabra hablada


El podcast no es nada nuevo, en todo caso. Tal vez sí lo sean las tecnologías que lo orbitan: la masificación de teléfonos inteligentes, la irrupción de apps de difusión de audio como Spotify y, más importante aún, el hipercompetitivo mercado de feeds y buscadores que ayudan a encontrar el contenido. Pero la esencia del podcast es una de las tecnologías más antiguas concebidas por la humanidad: la conversación.

Con la compañía correcta, el habla sale fácil, se articula de manera casi automática y en ocasiones provoca algo más allá de la propia conversación: la aparición de una idea (o las bases para llegar a), un momento de iluminación que deja algo en los interlocutores. También, como lo han descubierto los profesionales de la psiquis, la conversación puede tener un fin terapéutico: un significado más allá de la volátil conversación.

En el podcast, la volatibilidad del habla se anula mediante el archivo; el auditor, aunque no interviene, participa a través de una escucha activa; y su efecto de provocar la génesis de una idea puede o no ocurrir.
A diferencia de la radio, dirigida a la masa, el podcast vende intimidad: la ilusión de pertenecer a un nicho, a una comunidad segregada, distinta al público masivo, que opera bajo sus propios códigos, tiene chistes internos y una narrativa particular. Así, los locutores se transforman en personajes cercanos que acompañan al auditor en sus tareas domésticas, camino al trabajo (en la era pre-pandemia) o en cualquier momento de ocio.

Mediante una investigación etnográfica de un podcast europeo de supremacistas blancos, los investigadores suecos Markus Lundström y Tomas Poletti lo comprobaron de manera empírica: “La extraña mezcla entre la rutina personal y el escuchar un podcast profundamente racista volvía mucho más fácil entrar al universo de los nacionalistas radicales y entenderlo”.

Más importante aún, el podcast genera un efecto adictivo. Ya que se trata de contenido de fácil consumo –se reproduce mientras se hace otra cosa–, se pueden quemar horas y horas fácilmente, podcast tras podcast.
Para Dan Harmon, creador de las series Community y Rick and Morty y del podcast Harmontown (2012-2019), el podcast “llenó un vacío que no sabíamos que teníamos. Escuchar a alguien sin tener que verlo fomentó su sobreproducción y nos obligó a competir con gente que semanalmente se exponía ante su público; se volvió una demanda enorme, de satisfacer la adicción del público semana tras semana”.

O como bien lo explica el escritor argentino Alan Paulsanteriormente citado en este blog– analizando este síntoma epocal, y a propósito de la película de catorce horas de Mariano Llinás o del libro de casi cuatro mil páginas del noruego Karl Ove Knausgård: “Estamos viviendo en una época en la que necesitamos objetos que nos acompañen”.

El podcast, en su calidad de timeless, de atemporal (o, incluso, aunque sea timely, contingente) nos permite acceder a esa compañía infinita, a voces que hablan unas tras otras, que estrenan episodios con mucha velocidad (bastan las ganas y el software adecuado) y cuyos capítulos se pueden repetir una y otra vez (las transmisiones 24/7 en Twitch son un síntoma de lo mismo); permitiéndonos así nunca entregarnos por completo al silencio o la soledad (elementos fundamentales para cualquier práctica creativa o intelectual).

En una red sobrepoblada de podcasts, la compañía está asegurada. La posibilidad de obtener una gratificación real, valiosa y contundente, sin embargo, es mínima.
que es un podcast 3 all have the same people
Todo los podcast tienen a las mismas tres personas - Meme

El medio es el mensaje


Que no se malentienda; creo que el podcast, como cualquier herramienta digital, puede ser usada como recurso educativo de alta calidad. Pero son pocos los que aprovechan este potencial valor.

Esto no significa que un programa de divulgación científica sobre un tópico complejo sea más provechoso que, por ejemplo, una conversación de comediantes que divagan. Creo que cualquiera de esos dos extremos es combinable de manera perfecta con una jornada de ocio. Pero ese es, justamente, el problema.

El teórico Marshall Mcluhan captó este conflicto a mediado de los años sesenta y lo condensó en una archi-conocida frase: “el medio es el mensaje”, es decir, en el ámbito comunicativo, el soporte del contenido está en una relación estrecha, casi inseparable, con el contenido mismo. En cierto punto, ambos se funden para producir una sóla forma, una sóla idea, un sólo símbolo.

¿Cuál es el símbolo que activa el podcast, formato hecho de palabras lanzadas al aire, producido en serie, semana tras semana, para complacer a los algoritmos de los motores de búsqueda? Probablemente, uno que el viento se lleva con facilidad.

Se podría argumentar, como lo hace la periodista Nancy Giampaolo, que el slogan mcluhiano ha caído en desuso gracias al flujo homogéneo que provee Internet. Puede ser. Pero es innegable que los imaginarios que proponen los podcast contemporáneos rara vez sostienen una carga significativa para el auditor.
En las imágenes es más fácil notarlo, pues el molde visual se retiene más fácil en la mente. En el podcast, aunque identificar lo similar de la estructura se vuelve un poco más difuso, ocurre algo parecido: después de maratonear horas de contenidos, es posible llegar a la terrible realización de que todos son lo mismo, que todos los diálogos o monólogos correctamente editados mediante programas de audición no son más que ejercicios narcisistas sinsentido.

Tal como ocurre con los mensajes de audio en los sistemas de mensajería instantánea, esos extensos minutos de dispersión se pudieron haber resumido en un par de líneas.

Muy atrás han quedado las pesadillas auditivas del siniestro Doctor Mortis, o la fantasiosa paranoia provocada por Orson Welles. En el mundo de la web 2.0, las redes sociales y el imperio de la selfie, el archivo de audio es sinónimo de conversación banal, de datos e información indexados y olvidados en alguna biblioteca virtual.

Y al final del día, quienes se benefician con el regalo de nuestra atención no son los locutores aficionados –trabajadores precarizados de la economía digital–, sino que los auspiciadores, ansiosos servidores de los algoritmos, y las plataformas virtuales creadas para nutrirse de nuestro tiempo libre.

Dos experimentos: más allá del podcast tradicional


¿Es posible sacar al podcast de su insoportable y uniforme levedad? Claro que sí.

The Midnight Gospel, serie animada concebida por el mismo creador de Hora de Aventura, Pendleton Ward, lo logra añadiéndole una densa capa audiovisual. La serie presenta a un podcaster que viaja (o, más bien, se reencarna) en diferentes mundos de un multiverso para entrevistar a llamativos personajes. Las conversaciones son reales y el estilo visual está sobrecargado de las variaciones lisérgicas que el medio animado permite.

El otro ejemplo ineludible es el de Welcome to Night Vale, podcast de casi diez años de antigüedad que simula ser la transmisión radial del ficticio pueblo de Night Vale, lugar en el que se desatan acontecimientos surrealistas, terroríficos, cómicos y lovecraftianos. Esta modernizada versión de un radioteatro ha sido adaptada a libros y también prepara una serie en televisión.

Estas rarezas, cuya profundidad excede los límites de este texto, confirman que los caminos hacia la novedad no están en imitar lo que están haciendo otros, lo que están haciendo todos, sino que en encontrar una voz propia, inventar un sendero hacia el futuro.
Dóname desde Chile

Dóname desde el extranjero