Feels Good Man: El metafísico documental sobre Pepe la Rana

Feels Good Man, el documental sobre Pepe la Rana, es un muy completo viaje artístico que inicia desde la inspiración de un simple ser humano y llega hasta un plano metafísico y trascendental.
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Pepe the Frog: De meme a campo de batalla


A estas alturas (post-Trump, post-pandemia, al límite de la digitalización total del mundo), es casi imposible para cualquier visitante esporádico de la Red no haberse topado con alguna imagen de Pepe la Rana: un dibujo antropomorfo de una rana triste, o pícara, o levemente esperanzada, memeable en todas sus formas.

Para los visitantes asiduos a los foros oscuros de Internet, la imagen es sinónimo de un campo de batalla: Pepe la Rana ha sido adoptado por tóxicas comunidades online, por fuerzas políticas radicales, por discursos pacifistas, por movimientos revolucionarios y por, simplemente, otras formas artísticas.

Esa es la idea principal y la preocupación tras el documental Feels Good Man: el expresivo rostro de Pepe la Rana generaría tal nivel de empatía que, sumado a la capacidad viralizadora de Internet, sería el catalizador de un fenómeno espiritual, político y social, que hasta el día de hoy remueve conciencias.

Los inesperados seguidores


Aunque el protagonista de la película es la rana Pepe, la primera mitad del documental plantea otros dos polos protagónicos en extremo opuestos, pero unidos por la figura del anfibio.

Por una parte, está el dibujante y creador de Pepe, el artista Matt Furie: un padre joven, con una sana relación de pareja, amistades, y cuyo mundo interno se expresa a través de coloridas viñetas y personajes tan tiernos como cómicos.
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Por otra, están los perfiles anónimos que por alguna razón se identificaron con Pepe: la mayoría adolescentes y hombres jóvenes sin estudios ni trabajo, viviendo en su propia mugre, sin vida social y que, aunque podrían tener ganas de salir de ahí, buscan en Internet el refuerzo negativo de otros como ellos.

La película trata este contraste con el humor de la comicidad accidental que se produce en Internet. Es decir, como un hecho azaroso al que no habría que darle mucha importancia: el ingenuo rostro de Pepe logró conectar con un público inesperado y también con los algoritmos que le dan forma a la web.

Una crítica a la masculinidad


Es en esa candidez que radica uno de los principales valores de Feels Good Man: aunque se enfrenta a un estereotipo que podría ser fácilmente caricaturizable (usuarios de 4chan que se enorgullecen de vivir en el sótano de la casa de sus padres), ni estos ni el artista de tendencias psicodélicas son ridiculizados en sus respectivos modos de vida.

Al contrario, esta primera mitad del documental se siente como un llamado para transformar esas masculinidades quebradas en experiencias de vida más íntegras: si el mismísimo creador de Pepe puede, sus adeptos también deberían ser capaces.
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Hasta ese punto, Feels Good Man se podría tratar sólo sobre eso: un sector demográfico estancado, un artista sensible, la brecha generacional entre ellos, y las virtudes y defectos de Internet.

El problema surge, sin embargo, cuando Pepe es secuestrado por la política.

“We memed a man into the white house”


La segunda mitad del documental comienza a abandonar a los individuos para retratar un plano general de la sociedad estadounidense.

Pepe pasa de ser un chiste interno a ser la mascota oficial de la extrema derecha gringa, es abrazado por Donald Trump, photoshopeado con frases antisemitas, comparado con terroristas e incluso personificado como Augusto Pinochet.
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Devenido símbolo de odio, la película se detiene a preguntarse cómo es que ocurrió esto, y encuentra una respuesta simple pero útil: Estados Unidos no sólo consume y produce toneladas de basura, sino que también la adora y transforma en referente de vida.

Así, algo tan estúpido como un meme puede lograr que alguien llegue a ser presidente. Como escribe uno de los orgullosos usuarios anónimos de 4chan: WE MEMED A MAN INTO THE WHITE HOUSE.

La rana y la magia


Aunque no lo dice de manera explícita, Feels Good Man deja entrever la idea de que el arte es capaz de tomar vida propia, que trasciende las intenciones de su creador y que, por lo tanto, la obra y el autor coexisten de manera separada.

Con esto en cuenta, la reflexión del documental se vuelve más metafísica y menos sociológica: la instrumentalización de Pepe puede ser entendida como un acto de magia, un conjuro con el que se esperaba modificar la realidad a través de la mega-circulación de la imagen.
Esta visión es optimista, pues permite que cualquier grupo o sector político, independiente de su ideología, pueda conjurar su propio cambio a través de las imágenes (la última elección presidencial en Chile, enfrentando al Árbol versus al TikToker, se puede entender desde esta óptica).

Cuando la película comprende esto, vuelve al individuo, a Matt Furie y su propia lucha mágica por recuperar o al menos re-resignificar a Pepe, completando así el viaje en espiral: del individuo a la comunidad online, luego a un país completo, luego a un plano espiritual, y luego de vuelta al individuo.

Feels Good Man: Conclusión


Feels Good Man es un documental cargado de ambivalencias y paradojas, de humor y pesadillas, ternura y odio, darwinismo social y matemáticas digitales.

Su director, Arthur Jones, ha superado el enorme desafío de capturar en formato cinematográfico la esencia de los fenómenos digitales: su fluidez siempre cambiante, el absurdo de su estética, y su brutal injerencia en la realidad cotidiana.
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