“Primal” entra al mundo civilizado en su temporada 2 | Análisis

Primal, la serie de Genndy Tartakovsky, tuvo una excelente primera temporada marcada por las batallas de Spear y Fang contra los peligros del mundo prehistórico. En su segunda temporada, los protagonistas se enfrentan a un mundo más peligroso y traicionero: el de la civilización humana.
La primera temporada de Primal es bastante tradicional.

Si no fuera por su preciso dominio de una narrativa sin diálogos, todo lo demás se sentiría como ya visto: una estructura de “monstruo de la semana”, la amistad humano-animal forjada por un trágico backstory en común, y la violencia que derrocha cada aventura.

En muchos aspectos, Primal es una serie de inspiración Pulp, situada en un mundo que recuerda al de Conan el Bárbaro –lleno de peligros mágicos y criaturas fantásticas–, y con altas dosis de gore.
Pero también, gracias a su cuidado trabajo visual, es una obra de alto vuelo cinematográfico, donde cada cuadro es una pieza imprescindible para la narración –al estilo de Mad Max Fury Road, de George Miller–.

En su segunda temporada, Primal sube la apuesta: manteniendo su refinada forma, su equipo creador ha decidido explorar más en profundidad su fondo.

La amenaza de la civilización


La principal razón por la que esta temporada se ha complejizado es por la aparición de otros humanos dentro de la historia.

Mientras que la primera ponía el foco en lo amenazante de las manifestaciones naturales y mágicas de un mundo arcaico, esta se centra en las civilizaciones que intentan dominar ese mundo.
Uno de sus primeros episodios contiene una imagen fundamental: la de Spear, nuestro protagonista, descubriendo pinturas rupestres en las que otros humanos han dejado testimonio de su propia existencia.

El capítulo se titula “El amanecer del hombre” y está precedido por “La sombra del destino”, donde se deja entrever la imposibilidad de una relación como la de Spear y Fang en este mundo civilizado.

Desde esta introducción se intuye lo que marcará el resto de la temporada: la tragedia de una amistad imposible, en la que sólo uno de los dos podrá sobrevivir.
The Primal Theory

The Primal Theory


Aun así, a pesar de establecer esta idea del humano “amaneciendo” y el dinosaurio destinado a extinguirse, la serie experimenta con la idea contraria.

Este experimento es el episodio 5, “The Primal Theory”: aunque el dinosaurio –símbolo del mundo prehistórico– desaparezca, los impulsos primitivos de sobrevivencia seguirán vivos dentro del ser humano.
El tiempo entre la prehistoria y el siglo XX es sólo un pestañeo, sugiere el episodio. El humano debe seguir peleando por su existencia, sólo que equipado con herramientas más modernas.

En este sentido, es destacable el papel que juega la tecnología en esta temporada. De la simple lanza que utilizaba Spear en el primer ciclo, pasamos a una espada, a armaduras, a naves flotantes capaces de asediar ciudades.

El mismo nombre del protagonista es el nombre de la herramienta –Spear–, como si la existencia del hombre fuera dependiente de la existencia de su tecnología.
Primal Spear y Mirrah

Tragedia y violencia


Esta tecnología, en todo caso, sólo ha servido para la destrucción. Al igual que la magia, la tecnología es un medio por el que canalizar la violencia.

Uno de los antagonistas principales de la segunda temporada combina ambas: un vikingo que es capaz de domar aves rapaces gigantes utilizando una cuerda, y al mismo tiempo pactar con demonios en busca de venganza.
El vikingo, al igual que Spear, encuentra su motivación en un trauma –provocado por el mismo Spear–, remarcando así la tragedia. En el mundo de Primal todavía no hay lineamientos morales, sólo la sobrevivencia.

Por eso mismo resulta tan terrible el giro que le dan a Fang en el episodio 6, una pequeña esperanza que, de nuevo, sabemos que podría no terminar bien.

Conclusión


En términos de estructura, los mini-arcos argumentales escogidos para esta temporada son un acierto, ya que permiten desarrollar tanto las motivaciones de los personajes como la construcción del mundo.

Debido a esto, esta segunda temporada se siente mucho más arriesgada y satisfactoria que la primera.

Haber atravesado 10 episodios de crueldad civilizatoria prepararon a los personajes –y también a nosotros los espectadores– para seguir explorando los otros aspectos de este universo en, ojalá, temporadas futuras.
Nuestra puntuación