Apichatpong Weerasethakul: el cine como experiencia espiritual

Desde la reciente Memoria, los fantasmas de Uncle Boonmee y la misteriosa Cemetery of Splendour, aquí te comparto una lista con algunas de mis películas favoritas del tailandés Apichatpong Weerasethakul.

No pasa mucho en las películas de Apichatpong Weerasethakul. Al menos no en términos narrativos tradicionales.

En realidad, el cine del tailandés se basa en la inacción: secuencias lentas y de tímidos movimientos de cámara que emanan una constante sensación metafísica, algo que no podemos ver, pero sí percibir.

Siendo esta su principal fortaleza como creador, no es raro que Weerasethakul también tenga una sólida carrera haciendo video-instalaciones; su foco está más en la percepción que en la narración.
Sus películas, de hecho, muchas veces se sienten como entrar a un museo de arte contemporáneo, dejarse rodear por una atmósfera, confundirse y salir con una extraña pero gratificante sensación.

El cine de Weerasethakul es, finalmente, una experiencia espiritual.

Si llegaste hasta aquí quizás sabrás que sus películas no son fáciles de encontrar en Internet, pero si estás considerando emprender el viaje de su filmografía, vale la pena darse el tiempo de excavar en la Red.

Y si no sabes por dónde empezar, aquí abajo te recomiendo algunas de las que me dejaron pensando. No están ordenadas bajo ningún criterio, siéntete libre de arrancar por donde quieras.

1.- Memoria (2021)

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La más reciente hasta ahora, y la primera en la que Apichatpong se aleja de su natal Tailandia.

Memoria está protagonizada por Tilda Swinton y ambientada en Colombia, y resulta sorprendente cómo el ojo del director capta la magia de manera tan precisa en Bogotá como lo hace en las zonas rurales de Tailandia.

Su historia va de la mano con su diseño sonoro: hay algo que retumba en el oído de la protagonista, y que también retumba en la selva colombiana, y también en el subsuelo del continente.

Aunque el final puede resultar algo abrupto, hay una sutil preparación para llegar a él. Sobre todo por la inclusión de una especie de Funes el memorioso que termina de dar sentido al misterio central.


2.- Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives (2010)

Si bien es consistente en su narración –hay un conflicto central, protagonistas y secundarios–, Uncle Boonmee toma riesgos formales que hacen que la película se expanda hacia otras dimensiones.

El pasado mítico, el pasado reciente, el presente incierto y las posibilidades de futuro confluyen en una historia que comienza como una transición del campo a la ciudad, pero que termina misteriosamente en una urbe donde los tiempos se bifurcan.

Algunas interpretaciones han explicado la película a través de conceptos ligados al budismo y la reencarnación. Y aunque son lecturas válidas, el desafío más interesante es encontrar los rasgos humanos primordiales de este desfile de fantasmas, mitos, criaturas y enfermedad.

Mención especial para el pez que habla y te sube la autoestima. Igual que el de Coraje el perro cobarde.


3.- Cemetery of Splendour (2015)

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Cemetery of Splendour es el mejor ejemplo de cómo la imagen cinematográfica puede mostrarnos cosas que no están presentes, pero sí ocurriendo: el paseo por un palacio, ejércitos en plena batalla, sueños tenues y acelerados.

La trama se centra en un grupo de soldados con una enfermedad que los hace dormir sin poder despertar, y en dos mujeres que forman un lazo alrededor de ellos: Jenjira, una cuidadora voluntaria, e Itt, una médium que puede comunicarse con los enfermos.

Mientras esto ocurre, los soldados son expuestos a máquinas que emiten luces de colores como parte de la terapia para la enfermedad del sueño. Los colores son suaves y tiñen con delicadeza el improvisado hospital donde descansan.

Afuera, los rayos del sol se cuelan entre los árboles de un bosque lleno de ruinas y le dan forma al mundo en el que parecen estar atrapados los soldados.

En el interior de Cemetery of Splendour −y, de hecho, en su título− hay una reflexión meta-cinematográfica: si bien los sueños y el cine están hechos de luz, no son lugares desde donde nace la luz. Al contrario, son espacios donde las luces van a morir.


4.- Blissfully Yours (2002)

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La reciente y gigante Drive My Car (2021), de Ryūsuke Hamaguchi, tomó prestado de Blisfully Yours el recurso de “empezar” la película luego de los primeros 40 minutos de metraje.

Así como la cinta japonesa, esta es una historia de vidas que se cruzan en amor/desamor, y donde la naturaleza tiene un rol fundamental.

Blisfully Yours es un día de campo; con hormigas, comida, besos, río, el cielo y la melancolía de saber que es un día libre destinado a acabarse. Que las obligaciones del trabajo y la vida llegarán más temprano que tarde.

Los tres personajes principales parecen atrapados por ese destino, pero también por algo más: un romance que no puede concretarse, la cercanía de la vejez, el peso de Occidente en un país oriental pobre.

Aunque apenas se mencionan, esta película también está llena de fantasmas.


5.- Blue (2018)

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Un cortometraje que reflexiona sobre el cine: el cine como sueño que nos mantiene despiertos, que nos da calor artificial, que en realidad son siempre los mismos cuadros uno tras otro.

Es una pequeña joyita y truco mental, precisa en imágenes y duración


6.- Ashes (2012)

Otro cortometraje.

Ashes pertenece a un registro común entre los cineastas que coquetean con lo experimental: el del cine-correspondencia, o video-diario, o película casera. Es decir, un film grabado como de casualidad, pero que no descuida su sentido estético.

Un buen ejemplo de esto es Going Home (1972), de Adolfas Mekas. O los Envíos (2005-2018) de la chilena Jeannette Muñoz, de quien ya hemos escrito en este blog.

Ashes, en todo caso, aunque tiene rasgos experimentales, se siente más como un registro inacabado, como los diarios de un escritor que aún no sabe de qué va a ser su próximo libro.


7.- Tropical Malady (2004)

Tropical Malady es un díptico engañoso.

La primera hora muestra una historia de amor gay en una ciudad pobre donde la espiritualidad está siempre presente pero amortiguada. En la siguiente, nos adentramos en la jungla tailandesa para enfrentarnos a espíritus y entidades de otros mundos.

Es decir, tiene un arranque convencional que se transforma en una experiencia claustrofóbica, sensorial y mística, con espíritus de vacas y monos que hablan.

A ratos se siente muy parecida a Uncle Boonmee, pero aún sin encontrar ese equilibrio refinado entre metafísica, naturaleza, ciudad, amor y vidas pasadas.


8.- Mysterious Object at Noon (2000)

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Muchas de las secuencias de este largometraje tienen un aire a las películas de los Nuevos Cines latinoamericanos de los años 60, pero ocurren en Tailandia a principios de los 2000.

Como El viento sabe que vuelvo a casa (2016), de José Luis Torres Leiva, esta es la historia sobre la imposibilidad de narrar una historia: los fragmentos de una historia narrados (¿inventados?) por personas de diferentes edades y visiones.

Aunque el director aún no parecía encontrar su propia “voz”, ya se percibe en este film un interés creativo y profundo que aparecerá de manera más explícita en el resto de sus películas.
Nuestra puntuación