Evangelion 3.0+1.0: El final de los finales

Evangelion 3.0+1.0 soluciona un problema que han tenido todas las versiones previas de Evangelion: ¿cuál es el mundo que se supone estamos defendiendo?

Más allá de la estabilidad mental del protagonista y sus lazos filiales, ¿qué es lo que está en juego? ¿a quién o qué hay que proteger?

Ante esto, Hideki Anno, padre de la franquicia, le dedica una hora entera de metraje a la vida rural en los restos de la ex-ciudad-fortaleza Tokyo 3, armando así un escenario claro de héroes, villanos y un territorio en disputa.

Pues si bien los amigos de Shinji Ikari y su conexión con la ciudad que le tocó defender habían estado presentes, es sólo en Evangelion 3.0+1.0 que su rol se vuelve decisivo para resolver la crisis existencial de los niños pilotos de mechas enfrentados a divinidades molestosas.
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Sin embargo, esta hora de los protagonistas expuestos al trabajo en el campo y a los vínculos con una comunidad humana viviendo en relativa paz, aunque parezca exagerada en duración y en extremo gratificante y bienintencionada (sin mencionar el fanservice de por medio), es sólo un aperitivo del huracanado despliegue visual de la película.

Evangelion 3.0+1.0, estrenada después de casi una década de espera, tiene el mérito de al fin dominar el universo que sus creadores llevan años intentando expresar en el audiovisual, depurando de mejor forma elementos como el rol de las personas normales –fuera de NERV, SEELE, WILLE y su juego geopolítico/celestial–, pero también manteniéndose fieles a su estilo narrativo: una combinación de grandes imágenes, grandes ideas, grandes sutilezas y también grandes dudas.

La explicación no, la tecnoestética sí


Pero, ¿por qué Evangelion, un manga de 1994 animado en 1995, sigue vigente en pleno 2021?

La respuesta involucra, en parte, al culto formado en torno a las preguntas que dejó la serie original. Más o menos respondidas en películas posteriores, esto no evitó que su imaginario se convirtiera en una especie de fetiche millenial, caldo de cultivo para memes y teorías aludiendo a la complejidad de la serie.
Es cierto, la serie posee un nivel importante de complejidad, pero más ligada a la estructura de su narración, llena de omisiones y escasa en explicaciones, que a la temática religiosa o sus simbolismos.

A este acervo enigmático a modo de puzzle, se le suma la innegable calidad visual.

Aunque el Rebuild lleva esto al extremo, con una mezcla de animación tradicional y 3D, la franquicia siempre ha estado llena de íconos memorables: el diseño de los EVA, los Ángeles, Lilith, las máquinas de guerra, las ciudades y los reconocibles personajes.

Evangelion 3.0+1.0 –y, de hecho, todo el Rebuild– reconoce y explota estas características como sus principales fortalezas.

Por una parte, la película ofrece un equilibrio narrativo donde se conjugan los ya clásicos flancos abiertos (elementos y acciones sin explicación aparente) con una versión más aterrizada (destilada y tratada de manera abierta) del conflicto central –el proyecto de Instrumentalización Humana–.

Por otra, su construcción visual se sostiene sobre el exceso, secuencias de acción demenciales, ciudades a escala, planos que abarcan desde los detalles de monstruosos cruceros de batalla hasta la textura en la “piel” de demonios en la puerta del infierno.
El equipo de Hideki Anno no escatimó ningún recurso para darle cierre a esta nueva versión. El mundo que han construido es tan llamativo visual y temáticamente que es imposible despegar la mirada de la pantalla.

Escena tras escena, la animación añade capas tanto de misterio cósmico como de misterio técnico: ¿qué estoy viendo, y cómo hicieron lo que estoy viendo?

Así, el visionado de Evangelion 3.0+1.0 es una fuente constante de placer. Sus casi tres horas son un festín de tecnoestética: arte dedicado a la tecnología y tecnología en extremo sofisticada para crear esas imágenes artísticas.
Esta satisfactoria experiencia hace que preguntas como “¿pero qué era Seele realmente?” o “¿qué significa el verdadero apellido de Mari?” o “¿es un final triste o un final feliz?” palidezcan ante el espectáculo sensorial de la película.

Esto no quiere decir que se trate de una historia débil, rara e incompleta adornada con imágenes potentes. Al contrario, las respuestas parecen estar ahí, sólo habría que unir los puntos.

De hecho, la presencia de esos aparentes agujeros argumentales revelan el admirable trabajo que sus creadores han consumado de nuevo: volver sobre un trabajo muchas veces revisitado, y hacerlo otra vez dándole nuevos aires.

Re-escribir y aumentar: un final más completo


No es fácil re-leerse y corregirse.

Se requieren altas dosis de valentía y paciencia para hacer lo que han hecho los creadores de Evangelion: tejer y destejer, hacer y deshacer, los finales posibles de la serie.

Evangelion 3.0+1.0 culmina este proceso de armado y desarmado en un formato que le viene perfecto a una obra larga y con múltiples detalles como esta: el de las cuatro películas.

Siendo la primera una síntesis del primer acto de la historia, la segunda el punto de divergencia con las versiones anteriores (que incluye la mejor escena de todas las Evangelion) y la tercera una distopía del ya distópico futuro que presenta la saga, Evangelion 3.0+1.0 es el grandilocuente broche de oro para este ambicioso proyecto.
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Es difícil saber si estas cuatro películas cumplen con su misión de acercar Evangelion a gente no-fanática, pues aunque se intente minimizar la necesidad de conocimiento previo, son muchos los factores para alcanzar la comprensión absoluta de este universo.

Por cierto, los guionistas parecen haber renunciado a esa comprensión absoluta, prefiriendo que su re-escritura se centre más bien en una estructura clásica: NERV tiene un objetivo, una organización paralela intenta evitar ese objetivo, y al medio está el futuro de la raza humana y el destino de niños que funcionan como peones de esta guerra.

Pues además de la iconografía religiosa y las interpretaciones psicoanalíticas, que siguen estando presentes, el Rebuild potenció el otro pilar que ha dominado las ficciones japonesas de finales del siglo XX: el fantasma de la guerra y las bombas nucleares.

La primera hora de Evangelion 3.0+1.0 refuerza esa idea de estar en un mundo afectado por ingentes fuerzas en conflicto. De ahí la importancia de la vida rural, la conexión con la naturaleza como búsqueda de sentido después del desastre.
La siempre presente amenaza de nuevos Impactos (nuevas bombas) es la pieza clave que vuelve más evidentes las motivaciones de Misato, el desarrollo de Rei, la recuperación psicológica de Shinji, la vida animal, el estado del mundo completo; todas esas aristas que las Evangelion anteriores omitían en pos de ahondar en el drama cosmológico.

Manteniendo el punto de vista de Shinji, un niño que no entiende su rol en esta historia, los guionistas agregaron las dosis justas de incógnitas. Si los espectadores no entendemos a cabalidad lo que ocurre, es porque Shinji tampoco lo entiende y, de cierta forma, no le interesa entender.

Su senda tiene que ver más con encontrar sus propias ganas de vivir que con darle sentido al plan de su padre.
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¿Valió la pena la espera?


Con esto en cuenta, es posible afirmar que Evangelion 3.0+1.0 es extrañamente satisfactoria en su propuesta.

El Rebuild logra aumentar la densidad de una obra que, incluso sin las correcciones que se le han hecho a través de los años, ya era bastante densa.

Como una especie de reverso de la labor de George Lucas remasterizando su trilogía original, este  Rebuild of Evangelion no se siente tanto como una corrección caprichosa ni puramente marketera, sino como un aumento en la apuesta.

El equipo de Hideki Anno se ha planteado ver hasta dónde es posible llevar sus capacidades como creadores; y han superado, sin duda, sus propios límites.
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