“George Carlin’s American Dream” es una miniserie documental estrenada en HBO Max. Abarca la vida del comediante en orden cronológico, la evolución de su stand up comedy, y su influencia cultural en Estados Unidos. Gracias a su larga duración -casi 4 horas en total-, el film retrata un cuadro detallado sobre el complejo artista.
Para los gringos, el documental de George Carlin estrenado en HBO tiene un importante factor político: ¿en el contexto actual, contra quiénes disparan los ácidos stand ups del comediante?
Los críticos han dado cuenta de esta discusión, y el mismo film también se encarga de perfilar a Carlin como un profeta de nuestros tiempos.
Sin embargo, “George Carlin’s American Dream” tiene otros valores igual –o tal vez más– importantes: el registro de los procesos a través de los que Carlin concebía su material, y las contradicciones que emergen de su figura.
Los críticos han dado cuenta de esta discusión, y el mismo film también se encarga de perfilar a Carlin como un profeta de nuestros tiempos.
Sin embargo, “George Carlin’s American Dream” tiene otros valores igual –o tal vez más– importantes: el registro de los procesos a través de los que Carlin concebía su material, y las contradicciones que emergen de su figura.
De la naturaleza humana al stand up comedy
“George Carlin’s American Dream” dura cuatro horas divididas en dos episodios. El primero abarca desde sus inicios como cuentachistes mainstream hasta su giro contracultural en los años 60. El segundo se enfoca en su época tardía, más oscura y refinada. Y en ambos se atraviesa la vida personal del comediante, su infancia, adicción a las drogas, el alcoholismo y apoyo incondicional de su primera esposa, y los testimonios de su hija.
Es gracias a su larga duración que el documental alcanza un nivel tan íntegro en el retrato de sus distintos avatares. Tal como la naturaleza del planeta Tierra, plantea el film mediante la voz de Carlin, la naturaleza humana también es cíclica y cambiante, y los cambios del comediante se van acentuando con el paso de las décadas.
En este sentido, la película propone una tesis obvia pero interesante: la obra cómica de Carlin surge de los ciclos de su vida personal, y su vida personal está estrechamente ligada al contexto en el que vive.
Los momentos más altos de su carrera coinciden con los de fuerte agitación social en Estados Unidos, mientras que sus periodos más aburridos ocurren en una especie de inercia generalizada.
Así, una decisión muy valorable del documental es la de mostrar las libretas de trabajo del comediante. En ellas es posible ver cómo esa observación de un afuera convulsionado da origen a las reflexiones internas. Y cómo esos chispazos se transforman en la semilla de una idea que luego germina en un contundente stand up comedy.
Los momentos más altos de su carrera coinciden con los de fuerte agitación social en Estados Unidos, mientras que sus periodos más aburridos ocurren en una especie de inercia generalizada.
Así, una decisión muy valorable del documental es la de mostrar las libretas de trabajo del comediante. En ellas es posible ver cómo esa observación de un afuera convulsionado da origen a las reflexiones internas. Y cómo esos chispazos se transforman en la semilla de una idea que luego germina en un contundente stand up comedy.
Más allá del sueño americano
De esta forma, la película va trenzando la historia de George Carlin y sus stand ups con la historia de su país, decisión que a ratos le juega en contra.
Para un comediante cuyas preocupaciones trascienden el tiempo y el espacio, resulta más bien miope perfilarlo con tanto ahínco como un ícono de la cultura estadounidense.
Pues si bien es innegable que se trata de una figura fundamental dentro de su contexto (así lo demuestran los otros comediantes entrevistados, vacas sagradas del entretenimiento gringo), los mejores momentos en las rutinas de Carlin son en los que logra ver más allá y alcanzar epifanías sobre la naturaleza humana.
Esto se intenta subsanar en la secuencia final, donde un acelerado montaje in crescendo nos lleva a la época globalizada que Carlin no alcanzó a experimentar, la constante represión policial comandada por los Estados, y los líderes de las empresas de Big Tech como líderes supremos no sólo de EE. UU. sino que del mundo.
Es decir, la visión pesimista de Carlin se mantendría viva hasta la actualidad, trascendiendo el tiempo y el espacio.
Esto se intenta subsanar en la secuencia final, donde un acelerado montaje in crescendo nos lleva a la época globalizada que Carlin no alcanzó a experimentar, la constante represión policial comandada por los Estados, y los líderes de las empresas de Big Tech como líderes supremos no sólo de EE. UU. sino que del mundo.
Es decir, la visión pesimista de Carlin se mantendría viva hasta la actualidad, trascendiendo el tiempo y el espacio.
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Un acierto de HBO
Si bien se trata de un final tan grandilocuente como ominoso, el documental lo contrapesa con muchísimas secuencias de bondad y candidez.
Como una bocanada de aire fresco frente a su nihilismo, los testimonios de la hija y de la segunda esposa de Carlin permiten ver más allá de su punto de vista oscuro con respecto al futuro de la raza humana. De igual forma, unos largos planos del público riendo en sus espectáculos alivianan la atmósfera de sus periodos más densos.
Gracias a esto, “George Carlin’s American Dream” es un buen ejemplo de cómo se pueden producir piezas que aprovechen las plataformas de streaming, no sólo movidos por la imposición de llenar una biblioteca de contenidos, sino que aprovechando esa necesidad para pintar cuadros extensos y detallados sobre complejos personajes, llenos de puntos y contrapuntos que dialogan entre sí dentro de una misma obra.
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