La maravillosa vida breve de Óscar Wao: Algunas interpretaciones

Durante buena parte de La maravillosa vida breve de Óscar Wao, el joven Óscar de León Cabral busca ansioso el amor de alguna mujer. Esto, al menos, hasta que se aboca a otra búsqueda: la de su historia familiar. Este ensayo se propone revisar la reconstrucción de esa historia fragmentada y difusa, arraigada en supersticiones y en el contexto dictatorial del trujillato, y analizarla en relación al concepto de la posmemoria, los referentes culturales no tradicionales, y las marcas en blanco y falta de información que pueblan la novela.
Este ensayo fue originalmente escrito para el ramo de Narrativas de América y Teoría Literaria, del Magíster en Estéticas Americanas de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Les hablaba del profesor Tolkien y de cómo cresta había aprendido a escribir en el alfabeto élfico, les hablaba de la dieta de los orcos y de los hobbits y ellos me decían que los hobbits eran todos maricones, que se gastaban parejo entre ellos, que los culiaos eran entero huecos y que el profesor Tolkien también, que no le creían nada y que la película era una mierda pero yo me defendía porque les contaba que en realidad Chile tenía su propia Tierra Media en los bosques del sur y les hablaba de una serpiente gigante mapuche y los ngechen y que los araucanos se comían el corazón de sus enemigos y los hueones me decían eso es grosso, suena grosso, hueón (Bisama, 54).


En el cuento La dieta del orco, el escritor chileno Álvaro Bisama describe a un sujeto caracterizado por una voz irascible, resentido y absolutamente dedicado a la lectura y escritura de la alta fantasía y la literatura de género. Aunque nunca utiliza la palabra “nerd”, “geek”, o su variante chilena “ñoño”, el narrador se puede clasificar sin dificultades como este consumidor obsesivo de cultura popular, con una pasión excesiva, un fanático que representaría “la sublimación del modelo de consumidor de cultura vulgar carente de cualquier clase de gusto” (Aranda et al, 7).

A través de esta narración en primera persona (a una velocidad acelerada, sin pausas, como si se tratara de una corriente de conciencia), el autor además retrata el contexto social en el que está inserto este personaje, dándonos algunas pistas de dónde ubicarlo temporalmente (“y después, cuando atardecía, me iba para mi casa y ahí estaba mi vieja, viendo las noticias, pegada con Megavisión, asustada, cagada de miedo porque Chile se había llenado de delincuentes” (Bisama, 54)).

El ejercicio es el mismo –pero con estilos diferentes– que el realizado por el escritor dominicano-estadounidense Junot Díaz en su novela La maravillosa vida breve de Óscar Wao (2007).

Generalmente representado como un hombre de clase media, heterosexual, con rasgos obsesivos y conocimiento enciclopédico sobre sus aficiones, la figura del “nerd” puede ser usada para describir mucho más que su propia tribu urbana. Mientras que Bisama se vale de él para reflejar una rabia acumulada que no encuentra válvula de escape —“el rey bastardo peleaba con su hijo en medio de un campo lleno con las cabezas cortadas de mil jabbings mientras las serpientes voladoras bailaban el cielo” (Bisama, 56)—, la apuesta de Díaz es mucho más ambiciosa.

Su nerd, Óscar de León Cabral, encarna el resultado final de una larga historia familiar que está cruzada por la violencia política sostenida durante décadas, una dictadura caudillista extremadamente sanguinaria y una supuesta maldición mítica arraigada en República Dominicana: el fukú.

Como revisaremos en este texto, La maravillosa vida breve de Óscar Wao propone una reflexión en torno a la posmemoria, los recuerdos del trauma no-vivido y mediado por otros dispositivos, la cultura pop utilizada como anclaje de lo real y la incapacidad de reconstruir ciertos pasajes de historias personales y colectivas.
La maravillosa vida breve de Oscar Wao -Junot Díaz

Representando el trujillato


Aunque el punto de partida de la narración es el personaje de Óscar (nos centramos en él los primeros y últimos capítulos de la novela, e intermitentemente en los del medio), La maravillosa vida breve de Óscar Wao es una historia coral que recorre tres generaciones de una familia de origen dominicana.

Conocemos a Óscar, a su hermana, a su madre y a su abuelo, para luego cerrar en el tiempo presente, vislumbrando las repercusiones que el pasado sigue generando en la vida de los protagonistas. En este sentido, la novela se acerca a un tipo de estructura cíclica, en tanto esta revela “la presencia de un pasado que no cesa de ser en el presente” (Másmela, 3).

Las desgracias vividas por la familia Cabral se suceden una tras otra a través de los años. Desde la mala suerte en el amor de Óscar, pasando por el desarraigo constante de su hermana Lola, hasta los dramas enraizados en el contexto político que viven Belicia y Abelard. El origen de estos males, sin embargo, parece ser siempre el mismo: el fukú, aquella “maldición o condena de algún tipo; en particular, la Maldición y Condena del Nuevo Mundo” (Díaz, 15).

Como recalca Díaz hacia la mitad de la novela: “La Casa Cabral era, de hecho, víctima de un fukú de altísimo nivel, la versión local de la Casa Atreides. ¿Dos truji-líos en el curso de una vida? ¿Qué carajo podía ser si no eso?” (168). Esta desgracia, si bien atravesaría a las Antillas y, por extensión, a todos los habitantes de Latinoamérica, tendría su encarnación definitiva en Rafael Leónidas Trujillo Molina, dictador de República Dominicana entre 1930 y 1961, y especie de deuteragonista de esta novela.

El régimen de Trujillo es el motor que desencadena varios de los hechos más relevantes del libro:

Si ustedes creen que el dominicano promedio es malo, Trujillo era cinco mil veces peor. El tipo tenía centenares de espías cuyo único trabajo era rastrear las provincias en busca de la próxima. Si procurar cuca hubiera sido más central al trujillato, el régimen hubiera sido la primera culocracia del mundo (y quizá, de hecho, lo fue) (231).


La lujuria y poder ilimitados de Trujillo generan la extinción casi por completo de la familia Cabral, así como muchos años después sus secuaces terminan provocando el exilio hacia Estados Unidos de la madre de Óscar.
Curiosamente, las descripciones de los hechos históricos ocurridos durante el trujillato, los personajes más relevantes que fueron cómplices, sus víctimas, y hasta su asesinato en 1961, son presentados como notas al pie de página, al margen de la ficción construida por la novela. El trujillato es representado como si se tratara de una historia secundaria –a veces como mero telón de fondo–, y no para denunciar su estructura dictatorial.

Este ejercicio diferencia a La maravillosa vida breve de Óscar Wao de la mayoría de la narrativa sobre Trujillo producida hasta entrado el siglo XXI, la cual se centraba en la crítica explícita y unívoca hacia la figura del dictador. Como anota Gallego:

Muchas de las obras del trujillato han sido escritas por autores que conocen la sociedad en una etapa dictatorial; su obra es producto de una realidad experimentada que ha construido y construye la memoria social. Otras tantas son novelas que denuncian la situación dictatorial de anulación, de control total de una población, utilizando el texto literario como arma de combate e invitando a la reflexión, en aras de anular la revitalización política de ese pasado indeleble (20).

En esta novela, en cambio, predomina la pluralidad de voces, miradas y temporalidades para construir un mosaico de la experiencia dictatorial y sus consecuencias.

Más que un fresco realista, se trata de una construcción fragmentada desde lo argumental (cada uno de los miembros de la familia) y también desde lo formal (los desvíos que representan las notas al pie de página), donde predominan los recuerdos borrosos, la falta de información y, muchas veces, el silencio (“Roguemos, dijo La Inca en tono severo. Tomó las manos de Beli y bajó la cabeza. Si notaron similitudes entre Pasado y Presente no hablaron de ellas” (Díaz, 314)).

El libro está en blanco: el problema con la memoria


Donde más se hace explícita esta reconstrucción no-lineal e incompleta es hacia el final de la novela. Una vez que hemos recorrido el pasado familiar y luego de varios coqueteos fallidos de Óscar hacia una seguidilla de chicas (que derivan en un intento de suicidio provocado por el fracaso, y una paliza por parte del novio militar de una mujer a la que Óscar al fin logra besar), el narrador súbitamente cambia la percepción con la que describe a su protagonista.

De joven angustiado y ansioso, Óscar pasa a ser un hombre callado y misterioso, resuelto con su vida (“Ese último día en el sofá parecía un hombre en paz consigo mismo. Un poco distraído, pero en paz. Le diría a Lola esa misma noche que era porque al fin había decidido vivir, pero la verdad resultó ser un poco más complicada” (322)).

El cambio se genera luego de las experiencias cercanas a la muerte, en las que Óscar vive revelaciones metafísicas no descritas a cabalidad, pero que lo llevan a reflexionar en torno a su genealogía. Observa con detención las fotos antiguas en la casa de su abuela, visita la tumba de su abuelo y se encierra a escribir un proyecto literario desconocido. Al reunirse con el narrador-personaje, nos da una pista sobre lo que parece haber descubierto:

Su voz parecía amortiguada. Besé a una muchacha, Yunior. Al fin besé a una muchacha. But Ó, casi te matan. No fue tan atroz, dijo. Todavía me quedan algunos hit points sin golpear. Pero entonces, dos días después, vi su cara y balbuceé: Shit, Óscar, Holy fokin shit. Sacudió la cabeza. Hay más en juego que mi apariencia. Escribió la palabra para que yo la viera: fukú. (318)

Así como el fukú y Trujillo iban de la mano (“eran panas”, según el narrador), la familia Cabral y el fukú también estarían estrechamente relacionados; por lo tanto, sería la triada maldición-dictador-familia la que definiría la vida y el destino del protagonista.

Aunque no se explica de manera explícita, en las últimas páginas del libro se da a entender que Óscar llega a esta misma conclusión, y se decide por registrar la historia familiar para exteriorizarla y exorcizarse de ella.

En una de las últimas cartas que le hace a llegar a Yunior, le describe la importancia de ese manuscrito: “Contiene todo lo que he escrito durante este viaje. Todo lo que pienso que necesitarás. Entenderás cuando leas mis conclusiones. (Es la cura para lo que nos aflige, le escribió en los márgenes. El ADN del Universo)” (342).

El manuscrito, sin embargo, nunca llega a manos del narrador, por lo que suponemos que este, para relatar la historia de la familia Cabral, debe llevar a cabo su propia investigación; es decir, este relato es registrado y organizado por un agente aún más externo a las fuentes originales, lejos del testimonio directo y de las voces en primera persona que vivieron en el contexto histórico donde se ubica la historia.
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Junot Díaz | Ulf Andersen/Getty,Ulf Andersen
Estamos, por consiguiente, en el terreno de la posmemoria, aquella memoria narrada desde las segundas y terceras generaciones, por quienes no vivieron directamente el trauma, pero cuyas vidas sí se han visto afectadas por este:

La posmemoria caracteriza la experiencia de aquellos que crecen dominados por narrativas que precedieron su nacimiento, cuyas propias historias tardías son evacuadas por historias de la generación previa, moldeada por eventos traumáticos que no pueden ser entendidos o recreados (Szurmuk, 224).


La maravillosa vida breve de Óscar Wao se sitúa con facilidad en esta categoría, y profundiza en ella remarcando la imposibilidad de volver a presentar con claridad los hechos ocurridos. Como si fuera un proyecto aún abierto, en proceso, la novela opta a momentos por tachar los nombres de ciertos lugares o personas (“Añadan que Jack Pujols era el hijo número uno del Bendito Clan B____, una de las familias más venerables de Baní” (Díaz, 116)), dejando abierto el texto a la incertidumbre.

De igual manera, son recurrentes las referencias a un libro sin terminar que se le aparece a Óscar en sueños: “A Óscar le tomó un rato enfocar la vista, pero entonces vio que el libro estaba en blanco. El libro está en blanco. Esas fueron las palabras que el criado de La Inca le oyó decir momentos antes que rompiera el plano de la inconsciencia y entrara en el universo de lo Real” (315).

Como también la aparición de un sujeto sin rostro que, como un heraldo de la infortuna, anuncia las desgracias a punto de acaecer sobre la familia Cabral: “Nuestra muchacha juraría haber visto delante de una de las casuchas a un hombre sin cara sentado en una mecedora que la había saludado al pasar” (151).
Estos ejemplos, además de resaltar la presencia de un mundo maravilloso que se cuela a ratos en la realidad, nos hablan de la incapacidad del narrador por completar el universo que lo precede, historias de violencia que no ha vivido, personas que no conoció, de descripciones difusas, pero que remitirían a un mismo origen: el trujillato y sus efectos: “Estos momentos donde el lenguaje se vacía de significación recuerdan los vacíos de información producidos por una cultura de censura, resonando en los cuerpos en blanco, en los textos suprimidos y los silencios” (Jones, 14).

A modo de contraste, la otra opción a la que recurre la novela es cruzar hacia la vereda de la cultura pop y valerse de formatos culturales populares para explicar el impacto de la dictadura en la vida de los protagonistas. Cuando Belicia es golpeada por los agentes de Trujillo hasta casi quedar muerta, luego de describir los detalles del maltrato en su cuerpo, el narrador resume: “Unos 167 hit points en total” (Díaz, 163), evocando el lenguaje de los juegos de rol y los videojuegos.

Lo encontramos también en la descripción misma del dictador, homologándolo a los grandes villanos de la literatura fantástica: “Sin embargo, ocultar de Trujillo a su hija de ojos de gamo y pechos grandes no era nada fácil. (Como negarle el anillo a Sauron)” (231).

Así, las obras a las que Óscar rinde culto –piezas de corte escapista, ambientadas en continentes imaginarios, con sus propias razas y lenguas de fantasía–, funcionan para cristalizar el horror de lo real a través de dispositivos puramente ficticios, una amalgama posmoderna donde las fronteras entre alta y baja cultura, e historia y ficción, se borronean.
Junot Díaz Watchmen
El díalogo de Watchmen citado por Díaz.
Tomando un desvío hacia las conexiones con la tradición literaria del continente, este ejercicio también nos remite a la concepción de lo real-maravilloso propuesta por Alejo Carpentier:

Y es que, por la virginidad del paisaje, por la formación, por la ontología, por la presencia fáustica del indio y del negro, por la revelación que constituyó su reciente descubrimiento, por los fecundos mestizajes que propició, América está muy lejos de haber agotado su caudal de mitologías. ¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso? (párr. 5).


Díaz, consciente de este nexo, vuelve a hacerse la pregunta en relación a los gustos de Óscar: “De dónde salió este amor descomunal por la literatura de género nadie lo sabe. Puede que haya sido consecuencia de ser antillano (¿quién tiene más de ciencia ficción que nosotros?)” (36).

Posibilidades de apertura


Estos posibles acercamientos a la novela se condicen con el contexto en el que esta fue producida y publicada. La primera década del siglo XXI parece caracterizarse por una mayor hibridación de soportes y referentes –producto, entre otros, de la globalización–, fragmentando las formas clásicas y de estructura lineal.

Como epítome literario de este proceso, encontramos una de las novelas principales del escritor Roberto Bolaño: Los detectives salvajes (1998), obra en la cual predomina la polifonía y los tránsitos entre territorios. Este proceso ya lo intuían los pensadores latinoamericanos abocados a los estudios culturales, recalcando la necesidad de otras herramientas para comprender los nuevos paradigmas que comenzarían a emerger (Trigo, 41).

La lectura de La maravillosa vida breve de Óscar Wao desde la posmemoria también da cuenta de una forma actual y novedosa tanto para aprehender los tiempos actuales como el pasado reciente.

En términos históricos, las dictaduras latinoamericanas ocurrieron hace poquísimo tiempo: ha transcurrido menos de un siglo, sus consecuencias siguen permeando en las estructuras sociales y políticas de cada país, y también en las microestructuras, la esfera doméstica, las familias y las relaciones interpersonales: “Diez millones de Trujillos, eso es todo lo que somos” (Díaz, 333).

 

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Pese a esta sentencia, el retrato de los efectos del trujillato no tiene un carácter determinista. Al optar por difuminar la brecha entre piezas culturales tan diversas como el cine, el cómic, la literatura, los juegos de rol, o la animación japonesa, la novela plantea una apertura en torno a la relación con la historia y la construcción de la identidad.

Todo puede ser reescrito, reapropiado y aglutinado en relatos alternativos, a veces incompletos, marcados por el silencio y el olvido, pero también por la aparición de nuevas voces.

Como ocurre una vez cerrado el arco argumental de Óscar, es la hija de su hermana Lola quien podría terminar representando el quiebre definitivo de la maldición de la familia Cabral (“Si tiene tanta Inteligencia y valor como espero que tenga, tomará todo lo que hemos hecho y todo lo que hemos aprendido y añadirá sus propias ideas y pondrá fin a la historia” (340)).

O tal vez no, como se señala al citar las últimas páginas del fundamental cómic Watchmen, de Alan Moore: “¿Al final? Nada termina, Adrian. Nada nunca termina” (341), frase que podría remarcar la estructura cíclica de la novela, pero que también mantiene la posibilidad de apertura constante hacia las múltiples aristas que construyen los relatos contemporáneos.
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Bibliografía

ARANDA, DANIEL, JORDI SÁNCHEZ NAVARRO, ANTONI ROIG. Fanáticos. La cultura fan. Barcelona: Editorial UOC, 2013.

BISAMA, ÁLVARO. Los muertos. Santiago: Ediciones B, 2014.

CARPENTIER, ALEJO. Tientos y diferencias. Montevideo: Arca, 1967. Obtenido en: https://www.literatura.us/alejo/deloreal.html

DÍAZ, JUNOT. La maravillosa vida breve de Óscar Wao. Barcelona: Alfaguara, 2008.

GALLEGO, ANA. “Denuncia y univocidad: la narración del trujillato”. En: Hispanic Review, 76 (2008), 413-434.

JONES, ELLEN. “‘The página is still blanca’: reading the blanks in Junot Díaz’s The Brief Wondrous Life of Oscar Wao”. En: Hispanic Research Journal, 19 (2018), 281-295.

MÁSMELA, CARLOS. “Tiempo cíclico e instante en Cien Años de Soledad”. En: Estud.filos, 44 (2011), 193-203.

SZURMUK, MÓNICA. “posmemoria”. En: Szurmuk, Mónica y Robert McKee Irvin (Coords.). Diccionario de estudios culturales latinoamericanos. México: Instituto Mora: Siglo XXI Editores, 2009.

TRIGO, ABRIL. “Mapa cognitivo de los estudios culturales latinoamericanos”. En: Crisis y transfiguración de los estudios culturales latinoamericanos. Santiago: Cuarto Propio, 2012.
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