Beam me up, Morty: El factor trekkie en la obra de Dan Harmon

La franquicia Star Trek ha inspirado decenas de ficciones televisivas estadounidenses, entre ellas, dos de las series más novedosas de las últimas décadas: Rick and Morty y Community, ambas producto de la mente inquieta del showrunner Dan Harmon.
En una entrevista con MSNBC, al co-creador de Rick and Morty, Dan Harmon, se le preguntó cuál era su serie de televisión favorita. La respuesta, como suele suceder con Harmon, tomó varias formas: “concepto, Knight Rider; ejecución, The X-Files; construcción de mundo, Twin Peaks; esencia (spirit), la adaptación americana de Max Headroom”.

A primera vista, el patrón parece obvio: los gustos de Harmon se inclinan hacia la fantasía y ciencia-ficción de los años 80-90s. En una segunda mirada, otro rasgo es el que salta: ninguna de estas series es moderna en el sentido con el que hoy concebimos la televisión, ninguna de estas series es una serie de la forma en la que hoy –en la época del streaming– entendemos el concepto serie.

Entre sus principales influencias Harmon no elige a las canónicas y predecibles Breaking Bad, The Wire o Los Soprano, ni siquiera a Lost, Firefly o el remake de Battlestar Galactica, que podrían estar más cercanas a su imaginario.
Y aunque se podría argumentar que las semillas de esas series modernas ya estaban en el trabajo de David Lynch y Chris Carter, las referencias de Harmon, parece advertirnos el autor, provienen de la televisión a secas, de la caja cuadrada, grande y pesada; no de las series, no de las pantallas planas conectadas a Internet.

A esta premisa (sin duda, discutible), yo le sumaría otra influencia que sigue la misma línea y que, de tan obvia, podría ser redundante mencionarla; pero, por lo mismo, ha sido curiosamente omitida por críticos y analistas: la presencia del universo de la franquicia Star Trek, sus escrituras y estructuras, en las obras de Dan Harmon.

Un concepto, posibilidades infinitas


Al hablar de Star Trek hay que detenerse a desenmarañar las ideas preconcebidas con las que la cultura pop gringa ha optado por representar esta franquicia y su legado.

Como cualquiera más o menos informado sabe, la serie original creada por el humanista Gene Rodenberry se ambienta en un futuro utópico sin guerras, hambre, ni extremismos políticos o religiosos.
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La Tierra forjó una alianza con diferentes razas extraterrestres y juntos fundaron la Federación Unida de Planetas, una organización que fomenta la exploración del universo mediante su brazo científico, la Flota Estelar. Todas las series de la franquicia están construidas sobre esta idea.

La Serie Original (1966-1969) lo hace con su estilo kitsch sesentero. The Next Generation (1987-1994) profundiza en el concepto con tintes más shakesperianos. Deep Space Nine (1993-1999) ahonda en los conflictos políticos intergalácticos. Voyager (1995-2001) empuja los límites de la ciencia posible. Y Enterprise (2001-2005) se hace cargo de los primeros desafíos del siglo XXI.

¿Qué tiene que ver esto con las series de Dan Harmon, específicamente con Rick and Morty?

Star Trek, como lo anota el repositorio TV Tropes, dio origen a una serie de dispositivos narrativos que las ficciones televisivas siguen utilizando hasta la actualidad (la lista es enorme y sigue creciendo con las Star Trek contemporáneas).

La base creativa para lograr estos descubrimientos narrativos es tan simple en teoría como compleja en ejecución: el leitmotiv de la exploración.

Ya que su centro suele ser “explorar extraños nuevos mundos, descubrir nueva vida y nuevas civilizaciones, ir donde nadie ha ido antes”, o variantes de esta misión, los guionistas de Star Trek han contado con un universo infinito para inventar/descubrir a través de los años.

No hay límites para la creación de personajes, motivaciones, interacciones entre diferentes culturas o posibilidades científico-tecnológicas. Todo es posible si se argumenta de manera correcta.

Rick and Morty, aunque en términos filosóficos colinda más con un nihilismo cínico que con el idealismo trekkie, llegó, por otro camino, a esas posibilidades infinitas.

Rick Sanchez, como la misma serie lo recalca en ocasiones, es el equivalente de un dios pseudo-científico.

Rick destruye imperios galácticos al desayuno, en la tarde crea galaxias de bolsillo y se pasea por universos paralelos a la noche. El origen de su genio no es claro, y la serie rehúye de entregar el backstory que explicaría su visión pesimista del mundo.
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Como Rick puede hacer cualquier cosa con su inteligencia suprema, como las naves de la Flota Estelar pueden descubrir cualquier cosa en su búsqueda de lo desconocido, los guionistas de ambas franquicias tienen el desafío-ventaja de poder innovar en cada iteración, de alterar los focos narrativos e introducir nuevos temas del mismo universo en cada nueva serie, como lo hacen en Star Trek, o en cada episodio, como lo hacen en Rick and Morty.

Como en el universo trekkie, si la base es mínimamente coherente, en Rick and Morty todo es posible. Sus límites, de hecho, son incluso aún más flexibles, ya que a elementos metafísicos como dioses o la presencia de la magia se les permite existir sin ahondar mucho en ellos.

Star Trek, como obra de divulgación pseudo-científica, se ve obligada a explicar la existencia de elementos mágicos a través de conceptos enmarcados en la diégesis de la serie: los dioses son seres interdimensionales, las visiones místicas son provocadas por desbalances químicos en el cerebro y las criaturas sobrenaturales son accidentes de laboratorio.

Sin embargo, con o sin estas justificaciones, ambas series son el campo ideal para guionistas con exceso de creatividad: las dos tienen la forma de sandboxes en las que es posible perderse hasta el infinito.

Un vistazo a la mesa liderada por Dan Harmon confirma esa libertad: similar a la escritura automática surrealista, una caja llena de posts-it con ideas les sirve como un generador de historias al azar para cada episodio.

Imagen obtenida del Instagram de Dan Harmon
Tanto Star Trek como Rick and Morty sacan máximo provecho no sólo del género de la ciencia-ficción, sino que de la estructura de historias episódicas que les permite saltar de posibilidad en posibilidad, de universo en universo.

Ante esto, ambas se enfrentan al mismo dilema, pero con soluciones diferentes: ¿cómo darle coherencia a un mundo donde todo es posible?

Reglas sólidas v/s La regla es que no hay reglas


Ahí donde se unen, en esta hoja en blanco que puede tomar cualquier camino, es también donde se distancian.

Uno de los desafíos más grandes al que se enfrenta la mesa de guionistas de Rick and Morty es el riesgo de serializar, de establecer reglas demasiado canónicas que le pongan restricciones o ataduras a las posibilidades de la serie.

Para Dan Harmon, el hecho de trabajar con esta “máquina perfecta de diversión” conlleva el problema de sobreanalizarla y entender qué es lo divertido del objeto, y comprender cómo funciona ese objeto ya no lo hace divertido, por lo tanto, la falta de reglas tiene que ser la regla dominante para crear una serie tan entretenida como profunda.
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Aunque esta metodología de escritura puede ser puesta en duda (la serie obviamente tiene un set de reglas internas con la que trabajan los guionistas, si no, ¿cómo se explica el hecho de que el tiempo transcurra igual en todas las dimensiones donde habitan Ricks y Mortys?), es interesante el contraste que se genera con Star Trek.

El universo trekkie puede jactarse de tener un universo consistente y coherente justamente gracias al respeto por el concepto original de Gene Rodenberry y sus sucesores. En Star Trek hay una línea histórica que se respeta, motivos y especificaciones, backstories que se remontan miles de años hacia el pasado.

Incluso cuando es necesario obliterarlas (como en la Star Trek de 2009), las reglas canónicas siguen en el centro. En Star Trek, todo está documentado. Las más de 30 temporadas en total que ha producido la franquicia siguen fieles los arcos lógicos que enmarcan a la serie.

La tesis de la exploración como catalizador de variaciones infinitas posee su propia antítesis en esta conformación de un canon inamovible: como Star Trek lleva tanto tiempo creando universos y reglas para esos universos, es muy fácil contradecirse al momento de probar algo nuevo.
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De hecho, el ejercicio de ver las series más nuevas teniendo las antiguas en la cabeza implica de manera inevitable estar atento a ver cómo estas calzan con lo que ya se ha establecido previamente.

Star Trek, como toda obra seria de ciencia-ficción, juega con reglas sólidas, Rick and Morty, como parodia de esas obras, juega a no tenerlas.

Si Rick and Morty se siente aún más freestyle es porque va en apenas 5 temporadas, poquísimo comparado con las más de 30 de Star Trek; pero también porque la forma de narrar, la estructura de sus historias, tiene aspiraciones completamente diferentes.

Pero antes de profundizar en ello, es necesario revisar Community, la serie que convirtió a Dan Harmon en un autor de culto.

La tripulación en Community


Community (2009-2014) tiene como protagonista al grupo de estudio de un community college, una universidad de precaria calidad docente, precaria infraestructura y precarios estudiantes.
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El grupo de estudio es capitaneado por el abogado sin título Jeff Winger, y se compone por una madre soltera negra, un musulmán con autismo, una estrella deportiva escolar retirada, una joven exadicta a la anfetamina, un viejo millonario decadente y una rubia innecesariamente rebelde.

Harmon, como buen espectador profesional de televisión, arma su galería de personajes principales anticipando algunas de las dinámicas que pueden surgir de estos: los romances, las diferencias culturales, las ambiciones profesionales, las tensiones estudiantiles del trabajo en equipo, etc.

Como buen seguidor de Star Trek, sabe que la diversidad, más que un indicador de correción política, es el punto de partida para el conflicto, quintaesencia del ejercicio narrativo.

El set de personajes de Star Trek es el complemento de la exploración, en tanto estos se acoplan para generar los desafíos que se presentan cada semana.

La lógica dogmática de la raza vulcano, por ejemplo, representada en el personaje de Spock en la Serie Original, sirve como contrapunto del instinto romántico y la emocionalidad humana, representada en el capitán Kirk.

Las series posteriores comprendieron esta necesidad de crear personajes en extremo diferentes, pero que tienen que unirse para enfrentar un problema en común.
Así, las tripulaciones de Star Trek han incluido personajes como androides, telépatas, seres simbiontes, cyborgs, cambiaformas, animales antropomorfos, hologramas, humanos con discapacidades físicas, y razas cuya cultura difieren por completo de la humana, como klingons, ferengis, bajorianos, denobulanos o la mezcla de algunas de estas.

La tripulación de Community sigue el mismo patrón: un grupo de miembros muy diferentes entre sí que debe encontrar los aspectos que los acercan para enfrentarse a la caja de sorpresas que es su universidad. El rol del capitán, igualmente, tiene la curva más importante de transformación.

Así como Kirk aprende a equilibrar sus decisiones entre el racionalismo de Spock y la impulsividad del doctor McCoy, y como Picard debe ablandar su liderazgo para establecer vínculos más afectivos con sus subordinados, el viaje de Jeff Winger lo lleva a abandonar su personalidad manipuladora de abogado impúdico y transformarse en otro tipo de hombre gracias a sus compañeros del grupo de estudio.
De más está mencionar los cameos de LeVar Burton, actor de Star Trek: The Next Generation, en algunos episodios de Community; o los gestos que el personaje de Abed toma de Spock y Data; estas conexiones abundan tanto en Community como en Rick and Morty.

En esta última, en todo caso, el set de personajes sigue el pie forzado que la animación estadounidense tiene desde hace años: el de la familia tradicional.

Si bien el foco siempre son Rick y Morty, el resto de la familia también experimenta líneas argumentales que fuerzan a Rick, el capitán de esta tripulación, a tener aunque sea un mínimo de desarrollo de personaje y alterar en pequeños grados su personalidad insatisfecha.
Los viajes que atraviesan los protagonistas de estas series son similares, pues siguen la estructura del círculo de Dan Harmon, una metodología de escritura que el showrunner ha desarrollado para sus guiones y que le asegura una renovación constante en cada episodio.

Story, storytelling: el círculo de Dan Harmon


El círculo de Dan Harmon es una depuración de la estructura del monomito de Joseph Campbell que el autor adaptó para las ficciones televisivas: un héroe está en una estabilidad precaria, enfrenta una necesidad que lo hace salir en una búsqueda, atraviesa lo desconocido, experimenta cambios y vuelve a su estabilidad habiendo –o no– aprendido algo nuevo.
Las series de televisión (y, por cierto, la mayoría de las ficciones estadounidenses) siguen hasta el hartazgo esta estructura de conflicto central con inspiración aristotélica. Para Harmon, sin embargo, el viaje del héroe no es más que una base.

Al ver los capítulos especialmente subversivos de Community o Rick and Morty da la impresión que el autor ha destruido todo tipo de convencionalismo narrativo; como en Community con: los episodios de refritos con escenas nuevas, el de las diferentes líneas temporales, los de estilo documental, Dungeons and Dragons, los especiales de navidad y el paintball; en Rick and Morty: Rick Potion #9, el cable interdimensional, Pickle Rick, la ciudadela de Ricks, el tren o la tina con ácido.

No obstante, por muy sorprendente que nos parezcan estas historias (con Rick and  Morty, sobre todo, cada semana es un viaje inesperado), en el fondo siempre está el círculo. Para Harmon, este círculo es una guía de la historia, pero no la forma de cómo debe ser narrada.
Esta diferenciación entre story y storytelling (historia y narración de la historia) es fundamental para lograr ese efecto de sorpresa permanente: si a la posibilidad de contar historias infinitas en un marco de ciencia-ficción se le suma una búsqueda constante por innovar en la forma de narrar, el resultado será una pieza única, en el mejor de los casos, revolucionaria.

La historia se sostiene sobre el círculo, que no es más que un esqueleto obediente a un sistema nervioso, que es el storytelling.

En uno de sus episodios más meta, Rick y Morty están atrapados en un tren circular que se asemeja al círculo de Harmon. Para salir, Morty pregunta si deben completar cada paso que llevaría a concluir la historia. Rick responde: “no debemos hacer nada, este círculo es un dispositivo, una guía estructural a la que le podemos imprimir nuestro estilo propio”.

Estos ejercicios de posmodernidad contrastan, o, más bien, aprendieron la lección, de su predecesora, la incombustible Star Trek.

En términos de storytelling, no son muchas las innovaciones que se pueden rescatar de Star Trek (excepto, quizás, en Star Trek: Discovery).
La mayoría de los episodios de la mayoría de las series de Star Trek adolecen del uso excesivo de la fórmula: no importa lo mucho que se deforme la realidad que experimentan los personajes, el status quo siempre debe ser restaurado en los tres actos de introducción, conflicto, resolución.

Este problema sin duda le resta a una serie con un imaginario tan cuantioso, pero también es necesario comprender que este estilo clásico era el formato dominante en sus respectivas épocas de exhibición.

Si Rick and Morty puede existir es porque el estilo de aspectos posmodernos es la norma en la actualidad; la atomización de la mirada y la acumulación de intertextualidades, de guiños y referencias a otras obras, condensadas en piezas de veinte minutos son digeribles sin problemas por los espectadores del siglo XXI.

Rick and Morty y Lower Decks: hacia la ciencia-ficción-comedia

En una vuelta de mano, y a propósito de los círculos, vale la pena cerrar mencionando Star Trek: Lower Decks (2020- ), una serie animada de comedia, ambientada en el universo Star Trek y que tiene a la cabeza a Mike McMahan, exmiembro del equipo de Rick and Morty y co-creador de Solar Opposites (2020- ).
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Aunque el humor de Lower Decks es más ingenuo que el de Rick and Morty, su influencia del círculo de Harmon es clara y su devoción por la ciencia-ficción y por el canon de Star Trek se nota de inmediato. Es decir, Star Trek influenció a Rick and Morty, y también viceversa.

Asi como Star Trek creó su propio universo, Rick and Morty, Lower Decks y Solar Opposites también parecen estar estableciendo su género propio: una ciencia-ficción absurda de narrativas agudas.

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